7 junio, 2016
Por Harold Vásquez, Ph.D.
La creación de los bancos centrales como los conocemos hoy en día se puede remontar a la Europa del siglo XVII. Pero antes de entrar en detalles primero sería bueno comentar algunos elementos que dieron razones para el nacimiento de estas instituciones, que se encargan de regir la política económica de la mayoría de países del mundo moderno.
Como describimos en nuestros artículos anteriores sobre la Historia del Dinero y la Historia de la Banca, antes de que existieran los bancos centrales, las transacciones comerciales eran realizadas con billetes o monedas emitidos por bancos privados –es decir, certificados de depósito de oro emitidos por orfebres y pequeñas instituciones de depósitos. La circulación de estos billetes estaba garantizada en buena medida por la confianza que tenía la población en estos primeros bancos. Sin embargo, este sistema poseía algunos riesgos inherentes; el más obvio era que los banqueros no pudieran satisfacer las solicitudes de retiro. Esto sucedió con frecuencia en un primer momento, lo que finalmente llevó a los gobiernos a regular la cantidad que un banco determinado podría prestar contra su capital, dando origen a las primeras regulaciones bancarias.
Debido a las constantes guerras entre los Estados europeos de la época, los gobiernos (o reinados) se hallaban en la constante necesidad de financiar sus gastos militares y, para evitar hacerlo vía mayores impuestos, algunos gobernantes decidieron otorgar derechos especiales (o monopolios) de emisión a bancos particulares, los cuales emitían sus papeles con garantías del propio Estado. Tanta fue la credibilidad y la popularidad que empezaron a ganar estos bancos que inclusive los otros bancos privados decidieron convertirse en sus clientes y empezaron a utilizar sus billetes; igualmente, empresas de importancia utilizaban estos bancos como prestamistas de última instancia. Finalmente, esto condujo a que el banco al que el gobernante le había otorgado el permiso especial se convirtiera en el más importante de la nación y sus billetes fueran los más apetecidos por la población, dando nacimiento a los grandes bancos nacionales, que devinieron en lo que hoy en día conocemos como los bancos centrales.
Desde el siglo XVII hasta inicios del siglo XX, la financiación de las guerras y el rol de prestamistas de última instancia fueron las principales tareas realizadas por los bancos centrales europeos. La constante financiación de los déficits del Estado generó inflación y crisis financieras en la mayor parte de las naciones europeas de la época. Por ejemplo, el primer banco central fue creado por el Parlamento Sueco en 1668, siendo su principal acreedor la Corona Sueca. Luego, el Banco de Inglaterra, fundado por el escocés William Paterson en 1694, financió las luchas de Guillermo de Orange contra Luis XVI de Francia y, posteriormente las luchas entre Inglaterra y las colonias norteamericanas. En 1720, el Banco de Inglaterra adquiere el rol de prestamista de última instancia con fines de prevenir la quiebra de la South Sea Company, empresa público-privada que tenía el monopolio de comercializar entre Sudamérica e Inglaterra.
Otros bancos centrales de Europa fueron creados con el mismo fin. El Banco de España inició como el Banco Nacional de San Carlos en 1782 para financiar la Guerra de Independencia Americana y, aunque no era un banco público, gozaba de la protección de la Corona y mantenía estrechos lazos financieros con el Estado. El Banco de Francia, fundado en 1800, fue creado para financiar la Guerra Napoleónica. El Banco de Alemania, conocido como Reichbank, fue una de las raras excepciones de la época ya que, a pesar de estar subordinado al gobierno, su legislación le prohibía otorgar financiamiento al Estado. Sin embargo, esta norma fue violada con el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, hecho que produjo que Alemania figure entre los países que han registrado la más alta hiperinflación de la historia económica de la humanidad. A pesar de esta amarga experiencia, el Banco de Alemania cometió los mismos errores de financiar los déficits del gobierno de Adolfo Hitler, y este proceso no se detiene sino hasta 1957, cuando el Bundesbank sustituye al viejo banco central. Desde entonces, el Bundesbank ha sido uno de los bancos centrales más poderosos, cuya experiencia sirvió de base para crear y poner a funcionar la Unión Monetaria de Europa. Quizá las experiencias inflacionarias expliquen, en cierta medida, el hecho de que el Bundesbank sea hoy día el Banco Central con la política monetaria más conservadora de los bancos centrales europeos.
El rol de los Bancos Centrales como hacedores de la política económica surge a raíz de la Gran Depresión de 1930 que azotó a los Estados Unidos y a gran parte de las naciones europeas. A raíz de los escritos de John M. Keynes y el nacimiento de la teoría macroeconómica, los Bancos Centrales reciben la responsabilidad de ejecutar políticas monetarias para hacer crecer la economía y alcanzar el pleno empleo. Esto, y los aportes de Phillips (1958) y Okun (1962), constituyen los argumentos técnicos para el intervencionismo económico del siglo XX.
En su rol de hacedores de política, los Bancos Centrales han transitado el camino de poseer una multiplicidad de objetivos –algunos opuestos entre sí- como son la promoción del desarrollo, del pleno empleo, reguladores de la masa monetaria, entre otros, a enfocarse en un simple objetivo: la estabilidad de precios. La mayoría de Bancos Centrales modernos ya no incurren en la labor de financiar los déficits del Estado, hecho que se evidencia con el proceso desinflacionario que se observa en el mundo desde inicios de la década de 1990. Los Bancos Centrales son instituciones que gozan del respeto de gran parte de la ciudadanía de la mayoría de países del mundo debido al nivel de profesionalismo que caracteriza al personal que los compone.
Finalmente, no queremos terminar este artículo sin antes hacer una mención del Banco Central de los Estados Unidos: la Reserva Federal (Fed). Este Banco Central es uno de los más recientes, pues su historia data de principios del siglo XX. Sin embargo, dada las características especiales de la Fed, constituido por un sistema de bancos centrales, dejaremos para un próximo artículo la narración de su historia.